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San Antolín

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Recorrido histórico

Este barrio, de enorme personalidad y tradición entre los murcianos, se encuentra situado en las inmediaciones del centro de la ciudad. Numerosos avatares desde la Edad Media hasta la actualidad han definido sus calles y plazas empapándolo de ese espíritu único que el visitante puede descubrir al acceder a él.

Iglesia de San Antolín (antigua)

Como ocurrió con el vecino barrio de San Andrés, el barrio de San Antolín fue un primitivo arrabal de la ciudad medieval cuyos límites occidentales coincidían con los de la actual calle de San Antolín. El río Segura, mucho más abrazado a los límites del barrio condicionó durante muchos siglos su extensión hasta dotarlo definitivamente de la estructura que hoy podemos apreciar. Así, numerosas excavaciones arqueológicas indican la presencia de talleres de artesanos dedicados a la contaminante industria de la cerámica desde el siglo XI en adelante; talleres que se encontraban abastecidos de hilos de agua provenientes de las acequias que se acercaban desde los límites del cauce del río, y, a la vez, servían, en ocasiones, para aliviar los restos del trabajo. A su vez, grandes depósitos de cerámicas desechadas o rotas contribuían a definir el paisaje del arrabal en su vertiente occidental. Al Este, por su parte, la construcción de la muralla(en torno al siglo XII) hizo que los cementerios fueran desplazándose hacia nuestro barrio, mientras que al sur, al proximidad del río impedía cualquier desarrollourbano. Fue durante el reinado de Muhammad b. Sa'ad b. Mardanish, el célebre rey lobo, cuando este barrio adquirió una fama considerable por la habilidad de sus artesanos para la elaboración de cerámicas de vajilla de mesa de gran lujo. Con la Reconquista, en 1266, el barrio de San Antolín se convirtió en un arrabal destinado a acoger a la población mudéjar, sin embargo la rápida despoblación del mismo debido a la emigración de los nativos musulmanes hizo que San Antolín pasara a manos de los repobladores castellanos antes del fin del siglo XIII.

Cristo del Perdón

Los siglos XVI y XVII hicieron que San Antolín conociera una etapa de esplendor urbanístico a la vez que mantenía su tradicional trayectoria industrial: así, hay constancia documental de artesanos dedicados al trabajo de metales, textiles, cerámicas e, incluso, dedicados a la trilla de cereales en las pequeñas eras (ericas) de Belchid. Un dato curioso nos da una pista del porqué de ese esplendor: de 1653 es el plano del ingeniero Bafalgón para la reparación de la muralla exterior de la ciudad, que se encargaba de proteger el barrio de San Antolín de las acometidas del río Segura, convirtiéndolo en un lugar relativamente más protegido que cuando no disponía de la muralla. Dos construcción significativas en el tiempo en que la muralla y sus puertas -no obstante a lo anteriormente indicado- entraron en una decadencia sin retorno: la ermita de El Pilar y la iglesia de San Antolín, de un estilo herreriano tardío y un joven barroco murciano respectivamente; ambos templos, junto con la pequeña ermita de San Ginés (desaparecida entre el siglo XVIII y XIX) contribuían a mantener el orden espiritual de la sociedad del momento a la vez que eran sedes de importantes cofradías de gloría y pasionarias, sobreviviendo una de ellas en la actual Cofradía del Perdón.

El siglo XIX hizo desaparecer cualquier vestigio de industria entre sus calles debido al rigor impuesto en las ordenaciones municipales sobre la materia, sobre todo a partir de 1868 lo que movió, en cierta manera, los negocios hacia la hospedería. Finalmente, el siglo XX ha visto la consolidación y crecimiento del barrio de San Antolín mientras ha sabido preservar algunas de sus tradiciones más pintorescas: por un lado, sobrepasando los limites históricos del barrio avanzando hacia el oeste, hacia la huerta, hasta que el trazado de la autovía de Cartagena se ha convertido en una nueva muralla que encorseta su vivir cotidiano; por otro, la sustitución de su emblemática parroquia, una monumental iglesia barroca dinamitada en 1937, por una iglesia de planta basilical que ha sabido mantener cohesionado al barrio en torno a sí; y, finalmente, la salida, todos los lunes de pasión de la Semana Santa de nuestra ciudad de una de las más entrañables, hermosas y huertanas cofradías: la del venerado y amado Cristo del Perdón.

En la actualidad, el barrio de San Antolín acoge, en un ejemplo de dinamismo y empuje social, a numerosos nuevos habitantes de Murcia, que provenientes de otros países están dando un insuperable ejemplo de integración y convivencia con los naturales.

Lugares con historia

Son muchas las esquinas, los callejones y los solares que esconden una parte de la historia de un barrio, a continuación, a través de un recorrido, vamos a relatar algunos detalles, anécdotas y curiosidades, como ejemplo del enorme esplendor del barrio de San Antolín.

Ermita del Pilar

Arrancamos nuestro recorrido en la bocacalle de la calle del Pilar. Esta bocacalle tiene una historia muy dilatada e interesante. Puerta de la muralla medieval -denominada de Vidrieros-, por ella entró, en 1541, el emperador Carlos I al iniciar su visita a la ciudad. Un poco más al interior se encuentra la ermita del Pilar, construida entre la muralla y la antemuralla medieval; su origen proviene de un suceso acaecido en 1683 cuando el corregidor Francisco Miguel Pueyo, que estabade ronda fue disparado a traición quedando milagrosamente ileso gracias a una medalla del Pilar.

Abandonamos lacalle Sagasta, que era antes de la calle del Val de San Antolín, pues por ella discurría el val de la lluvia que actuaba como foso de la muralla. Su nombre se debe al célebre político progresista Práxedes Mateo Sagasta, muerto en 1903. A mitad de camino tendremos ocasión de apreciar un fragmento de muralla conservado recientemente. Frente a este resto arqueológico se nos abre la calle Bendamé, cuyo nombre recuerda a una de las acequias más importantes de la huerta de Murcia: desde esta calle llegaremos a:







 

Plaza de San Ginés

La plaza de San Ginés. Su nombre nos obliga a buscar en los libros de historia su origen pues evoca la presencia de una antigua ermita denominada con ese nombre. Se dice que la ermita tenía tres retablos de la vida del santo, muy antiguos (góticos, del siglo XV) y que antes había sido mezquita mudéjar. Fue derribaba entre los siglos XVIII y el XIX para hacer viviendas.

Desembocamos a la calle García Alix y bajando hacia el jardín del Malecón nos encontramos con la plaza de Pedro Pou, antes llamada de "La Fuente" y antes de "Escoberos". Si bien este último nombre guarda relación con los artesanos fabricantes de escobas, el primero nos recuerda que en la segunda mitad del siglo XIX, se instaló un surtidor que traía las aguas de Sierra Espuña. En esta plaza de Pedro Pou, observamos las espaldas de la monumental iglesia de San Antolín.

A su costado, la calle de Vidrieros, considerada la más antigua de las calles históricamente documentadas de Murcia en cuanto a su denominación pues se remonta, como mínimo a la primera referencia que es de 1395. Su prolongación -la calle de Muñoz de la Peña- se llamó antes "de la Traición" en referencia a una puerta de la muralla exterior que una trama descubierta a tiempo en los años oscuros de la Edad Media estuvo a punto de costarle caro a la ciudad. Un poco más abajo, entramos en la calle de San Antolín yendo a parar a la plaza de la iglesia:

Calle Sagasta

San Antolín. Se sabe que la iglesia se remonta, al menos, a 1396 cuando algunas referencias capitulares dicen que había un cementerio mudéjar en sus cercanías. La iglesia fue reedificada en 1745 a instancias del obispo Mateo contando en una de sus torres con la antigua campana de Santa Catalina. Fue dinamitada en 1937 y reedificada entre 1945 y 1946, salvándose exclusivamente el frontón bajorrelieve que representa a San Antolín en el acto milagroso de sacar agua de una piedra. Dos sacerdotes fueron muy famosos en aquella parroquia: Pedro Pou y Antonio Sánchez Maurandi.

De la plaza de San Antolín se puede añadir que desde la Edad Media fue centro de numerosos mesones y posadas para el alojamiento de viajeros y mercaderes mientras que la actual calle Federico Balart podemos señalar que se llamaba antes "de la Sal" porque era lugar donde se dispensaba este producto, lo que nos da una idea del dinamismo comercial del barrio a lo largo de su historia.